Un ejemplo claro de ello es el envasado de la carne fresca, debido a que suele ser en envases transparentes para que podamos observar el aspecto de la misma. Por ello y tras estudios del impacto del monóxido de carbono para la salud y en el aspecto de la carne, está en estudio el hecho de permitirlo como aditivo alimentario. El resultado es el siguiente:
Fuente: https://elnuevodespertar.wordpress.com/2012/03/13/la-carne-podrida-es-tratada-con-monoxido-de-carbono-para-hacer-que-se-vea-fresca-en-el-supermercado/ |
Este gas en el envasado no afecta a la salud de los consumidores, ni presente efectos negativos (ni positivos) en la calidad de la carne. La cuestión es que no sólo nos fijemos en el color de los productos, porque, como observamos aquí, no indica la calidad de los mismos.
Otro caso es la carne de pollo, se ha descubierto que si el pollo tiene color amarillento es menos atractivo para los consumidores y, por tanto, más difícil su comercialización por los supermercados. Esto es un parámetro estético, porque la calidad de la carne de pollo no está afectada por el color en absoluto, la diferencia es la alimentación que han llevado los animales así como su raza.
Todo esto lo escribo para decir que no nos dejemos llevar (o no sólo) por el color de los alimentos, hay que ir un poco más allá, ya que el color no es indicativo de calidad.
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